Después nos ponen la luz
y de nuevo la alegría
se puede salir a la calle
y la noche se hace día
Rosa Camacho Esquilas
A veces el tiempo pasa volando. Ahora que por fin el mapa ha tomado forma nos ponemos a hacer memoria del proceso que nos ha llevado hasta aquí y nos parece increíble que todo empezara en 2022, con aquel primer taller de memorias en Meseta de Orcasitas que nos abrió la puerta a un viaje de dos años por dos barrios, que empezaron siendo un territorio a investigar y que ahora serán parte para siempre de nosotras, otros barrios nuestros en los que vamos a continuar viviendo y caminando.

Conseguir la subvención para actividades relacionadas con la Memoria Democrática del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática nos permitió comenzar un proceso de investigación más largo, que ocupó todo el año 2023. Pero también poner en marcha un proceso más amplio, ya que, además de seguir trabajando en Meseta de Orcasitas, pudimos ampliar el trabajo a Carabanchel Alto. Se trata de dos barrios con historias que en muchos sentidos son paralelas, pero que también atesoran grandes diferencias y que nos permitieron abordar su historia desde el recorrido para llegar a crear una guía didáctica para educación secundaria.
El objetivo de esa primera etapa del proyecto era claro. Queríamos dar a conocer una historia que nos parece fundamental a la gente más joven de estos y otros barrios, aquella a quien suponíamos que les quedaba más lejana. Pero tal y como sucedió con nuestra primera incursión en estos barrios nos quedamos con ganas de más.

En el trabajo realizado a lo largo de 2023 pudimos conversar con muchas vecinas y vecinos que estaban participando en las asociaciones de sus barrios, en muchos casos, centrados en el trabajo con la recuperación y puesta en valor de la historia y la memoria de su territorio. Así que continuar el proyecto de Memorias de las luchas vecinales implicaba hacernos una pregunta ¿Que podemos aportar nosotras a lo que ya se está haciendo en los barrios?
Fue una pregunta difícil de responder, que nos llevó a muchos debates internos y que terminó decantándose por la idea de aportar un granito de arena desde nuestra posición y formas de hacer. Nosotras nos vivimos en estos barrios, pero su historia nos parece importante, tanto para quiénes viven en ellos como para quiénes no. Lo que ha sucedido ahí ya se ha contado en muchos formatos, pero desde las asociaciones nos contaban que siempre se interpela a las mismas personas y que un deseo era poder hacer llegar estas historias a otras personas no tan cercanas a priori a estas cuestiones.
Desde ese deseo elaboramos nuestra propuesta, pensando en una forma apetecible, no sólo de conocer la historia del barrio sino también de acercarse a conocerlo. Así, nos planteamos la creación de un mapa que permitiera caminar el barrio de distintas maneras, incorporando lo sonoro como hilo conductor. Un paseo que nos desplaza físicamente por el territorio y uno que nos lleva por el tiempo a través de la historia del barrio narrada desde las memorias de quiénes lucharon para conseguir las grandes transformaciones urbanas que han consolidado la ciudad tal y como hoy la conocemos.

Si cogemos uno de los mapas impresos, puede parecer algo pequeño, de hecho, plegado, cabe en la palma de la mano, pero a medida que lo vas abriendo va tomando volumen y cuando lo activas escuchando las voces que lo componen es cuando verdaderamente toma cuerpo.
Es en esa escucha, cuando nos dimos cuenta de que este paseo por las memorias de estos barrios, es para nosotras también una memoria del proceso de creación del mapa.
Desde el inicio de este trabajo uno de nuestros objetivos era poner el foco en la memoria, en esas historias que al primer vistazo pueden parecer muy pequeñas, pero que al desplegarse y enredarse con otras memorias nos dan imágenes mucho más complejas de los territorios que las que se pueden ofrecer desde una narración única de la historia. Pero a pesar de su dimensión y su importancia, estas memorias también están marcadas por su fragilidad, por el riesgo de mutar con el tiempo e incluso desaparecer, pues las memorias acompañan al cuerpo, van insertas en él y si no las preservamos duran lo que este nos dura.
Era importante incorporar esta dimensión al trabajo, las memorias no son relatos anónimos, son cuerpos que nos hablan de la vida que los ha atravesado y conformado, una vida que nunca discurre en solitario, que siempre se va conformando también en relaciones y vivencias que nos hablan de nuestra inserción en lo colectivo. ¿Pero cómo reflejar todo esto en un mapa?
Ahí es donde entran las voces.

En un primer momento queríamos que el mapa estuviera cargado de muchas voces, éramos conscientes de que nunca estarían “todas”, eso es un imposible, pero sí podían ser diversas, entrelazarse, crear una historia que se narra en primera persona, trayendo la experiencia individual, pero que en su convivencia y diálogo con otras voces compone una historia de lo colectivo.
Así, a lo largo del año 2024 estuvimos visitando estos barrios grabadora en mano para realizar entrevistas con vecinas y vecinos que habían los habían conocido en los años más combativos, nos encontramos en el proceso con algunas voces que rememoraban cómo era antes de las luchas y otras que ponían el acento en señalar que la lucha sigue y que estos barrios siguen en pie, porque como nos decía una de estas vecinas, cuando se trata de nuestros derechos, la lucha no acaba nunca.
Comenzamos con entrevistas individuales, pero nos fuimos dando cuenta de que para muchas personas, era más cómodo hacer entrevistas grupales, de dos o tres personas. El poder apoyarse en la conversación, el recordar juntas lo compartido, ha enriquecido enormemente los relatos y ha hecho que las complejidades de la memoria afloren en las grabaciones: las contradicciones entre formas de recordar un mismo evento, las memorias sólidas en las que hay unanimidad absoluta, los recuerdos que aparecen con cierta indefinición y van puliendo su forma en la conversación entre vecinas…
Todo esto que ha ido emergiendo en el proceso, de algún modo está reflejado en los mapas que recogen toda esta experiencia y en los que hemos tenido la suerte de colaborar con personas totalmente abiertas a esta sensibilidad que han dejado su huella, en el diseño del mapa, en el caso de Irene Sempere, y en la composición sonora de Alberto García Aznar.
En el trabajo con Irene para el diseño, había varias ideas que estaban desde el principio. Todas queríamos que fuera un mapa que funcionara también como un póster, que pudiera usarse para caminar pero también para usarlo desde casa. Después fuimos trabajando en la parte más visual del mapa.
Tras consultar los archivos de las asociaciones y ver los materiales que atesoran fueron surgiendo ideas que nos conectaban con sus formas de hacer. El mapa, por una parte, recuerda a los boletines vecinales, las octavillas y los pósters que tanto habían servido para divulgar sus luchas y sumar voces y cuerpos a sus reivindicaciones. Por otra parte, se incorporaron una serie de fotografías de archivo que responden a las formas de evocar la memoria que refleja la parte sonora del mapa.
Cuando empezamos a pensar en este mapa sonoro, nos imaginábamos el resultado de las pistas sonoras como una narrativa de momentos importantes del barrio con cierta continuidad. Pero en el proceso de entrevistas y en las conversaciones con Alberto para el diseño de la parte sonora, nos fuimos dando cuenta de que si queríamos traer la idea de memoria al mapa, tenía que tener otro formato.
La memoria es fragmentaria, suele llevarnos por grandes saltos temporales, que nos conducen de un tema a otro sin saber muchas veces por dónde hemos empezado y por qué nos ha llevado hasta aquí. A veces es imprecisa y necesitamos a alguien que nos confirme nuestros propios recuerdos, e incluso a veces es testaruda, y aunque alguien nos diga que nuestro recuerdo es mentira, lo vemos tan claro que no lo podemos negar.
La manera de reflejar esto en la parte sonora finalmente nos llevaba a una serie de pistas en las que después de una introducción que nos enmarca lo que vamos a escuchar, aparecen múltiples voces que nos llevan de la mano por distintas experiencias y momentos. De tal manera que si caminamos con el mapa en la mano, podremos asomarnos a fragmentos de la memoria de estos barrios a través de las imágenes que rodean el mapa, de las voces que nos llevan de viaje a otros tiempos y paisajes, y de la realidad actual del barrio que estamos recorriendo.

Abrir estos mapas es entrar en un lugar donde las vecinas y vecinos de estos barrios nos acogen, nos abren las puertas de sus barrios y nos acompañan a pasearlos mientras nos cuentan historias al oído.
Las voces que nos acompañan nos hablan de quién está detrás, no sólo con lo que cuentan sino con todas esas otras cosas que sentimos a través del sonido. Son voces cargadas de fuerza que te llevan a la dureza de la lucha protagonizada, otras cargadas de la nostalgia de la ensoñación de la infancia, algunas con la ternura que implica cuidar lo colectivo…
Cada barrio es diferente, las vidas de sus vecinos y vecinas fueron muy diferentes, de ello deja testimonio cada voz, cada historia. Pero también tienen mucho en común y en la escucha se abren muchas conexiones entre ambos barrios, que nos llevan a un tema que ha salido una y otra vez en las conversaciones: la importancia de la conciencia de clase y de entender que a pesar de toda la diversidad que puede albergar, la clase obrera debe reconocer y luchar unida para transformar su realidad.
Nos llevamos mucho de este trabajo en los barrios, pero quizás esta es una de las claves que más nos ha hecho pensar. Siempre que nos acercamos a la historia y la memoria de un lugar, lo hacemos pensando en que sea una herramienta para pensarnos en el presente, pues tenemos el firme convencimiento de que beber de una historia incompleta en la que sólo se narran las hazañas de las élites nos desarticula como sociedad.

El lugar en el que vivimos, sea cual sea, no ha venido dado. Alguien se lo ha peleado, y en el caso de Madrid, sin duda una de las grandes batallas ha sido la protagonizada por las asociaciones vecinales. Pero también, recordando unas palabras que citábamos más arriba, es un lugar por el que hay que seguir peleando.
Necesitamos estos referentes, los de la gente que se ha organizado y ha luchado por lo que consideraba justo y necesitamos redefinir esta noción tan de la historia tradicional de “Gran hazaña”, llevarlas a la vida cotidiana, al alcance de quiénes se organizan y luchan para transformar la sociedad. Asomarnos a su historia y buscar inspiración para esas otras luchas que ahora nos toca protagonizar.
Este mapa es nuestro granito de arena, pero son muchas las voces que están trabajando en esta dirección, como es el caso de la maravillosa exposición Casas Bajas en el CCCQS donde hemos podido colaborar con algunos textos que salen de esta investigación y que nos entusiasma porque creemos que llega en un momento muy pertinente para toda esta necesidad de repensarnos en el presente
Sin duda estamos en un momento complejo, de fuerte violencia económica, de falta de acceso a cuestiones básicas, de elitización de nuestras ciudades y expulsión de poblaciones vulnerables. Se podría decir que parecen tiempos oscuros, pero buscaremos las formas desde las calles de poner la luz y de nuevo la alegría, conseguir en definitiva que la noche se haga día.