El pasado junio nos lanzábamos a una deriva muy especial con la que cerrábamos el ciclo de derivas urbanas que hemos realizado con Condeduque a lo largo de esta temporada. Comenzábamos este programa en septiembre, con la euforia de volver a las calles después de un tiempo en el que el espacio público prácticamente se nos había arrebatado, y lo hicimos moviéndonos por distintos paisajes urbanos que nos trajeron muchos descubrimientos y conversaciones sobre el significado de estar juntxs en la ciudad. Porque si bien nuestro punto de partida en esta serie de recorridos fue el centro Condeduque, a lo largo de diez meses fuimos saltando por distintos barrios, en un movimiento en espiral que, para concluir, volvió a este punto de partida.
A lo largo de este programa, en cada una de las derivas hemos planteado distintos temas de reflexión, que nos sirvieron de detonante para comenzar a caminar y observar en cada ocasión una capa distinta de la ciudad. Nos ha movido el juego, la historia y la memoria, los tiempos urbanos, los cuidados, la sorpresa… y como cierre de este proceso planteamos una propuesta de exploración que estuvo cargada de sorpresas.
Habitamos la ciudad en función de diferentes temporalidades y ritmos que marcan nuestras formas de estar en ella, habitualmente nos movemos siguiendo pautas cotidianas que nos llevan a desplazarnos por los entornos acotados a los que volvemos una y otra vez. Y sucede que en estos casos nuestras formas de actuar también suelen estar acotadas, respondiendo a toda una serie de protocolos que tenemos bien interiorizados porque los hemos ensayado sin parar, día tras día. Aparte está lo que hacemos en nuestro tiempo de ocio, pero en una gran ciudad como Madrid incluso esto suele estar bastante planificado, ya que para ello se nos ofrecen distintos escenarios donde igualmente las coreografías están marcadas de antemano.
¿En qué momentos nos salimos del guión?, ¿cuándo ocupamos las calles con otras personas rompiendo las normas establecidas? Para nosotras uno de los espacios más interesantes y ricos en ese sentido es el de la fiesta popular callejera, y por este motivo, para esta última Deriva verbenera, quisimos tomar la verbena como marco y como excusa para caminar por la ciudad jugando con otras lógicas.
El cuadro de La verbena de Maruja Mallo recoge maravillosamente todas estas ideas, y si hay algo que impregna toda la escena, cargada de color y de energía, es la libertad con la que todos los personajes se presentan, extraños gigantes y cabezudos, marineros sacados de una postal, mujeres tocadas con sombreros extravagantes. No hay fiesta sin puesta de largo, y por ello nuestra deriva comenzó con claveles rojos, con los que nos adornamos el pelo o la solapa, y un pequeño concierto inesperado que nos metió el ritmo en el cuerpo para salir a caminar.
Arrancamos así nuestra deriva, lanzándonos de paseo por las calles del barrio, y nuestro movimiento se planteó a través de distintos códigos asociados a la fiesta de la verbena. Nuestras decisiones fueron azarosas en todo momento, pero fue curioso que comenzáramos con la propuesta de romería, ya que en gran parte de las ocasiones lo que detona las celebraciones populares son este tipo de rituales. En nuestro caso fue el elemento más ínfimo que pudimos encontrar en la calle, la pluma de una paloma, la que nos llevó en procesión hasta un altar improvisado donde dejamos nuestra reliquia urbana para seguir el camino.
De la plaza de las Comendadoras nos dirigimos al museo ABC y allí decidimos volver a jugar otra carta verbenera descubriendo que la propuesta ahora era continuar con un pregón, ¡nuestras fiestas iban cumpliendo todos los pasos de una buena inauguración! En este punto los bloques de cemento de la calle se nos presentaron como el atril perfecto para lanzar nuestras proclamas, y así compusimos un pregón exquisito que se fue desgranando con las aportaciones de las personas del grupo.
Tras esta inauguración oficial tocaba seguir caminando por unas calles que para nosotras han ido adquiriendo nuevos significados a lo largo de los últimos meses, gracias a los procesos de trabajo que hemos puesto en marcha en Condeduque este año, las derivas, por un lado, pero también el taller de memorias del vecindario en el que vecinos y vecinas de Malasaña compartieron sus vivencias, incorporándolas a las lecturas que hacemos hoy de sus espacios, en adelante para nosotras este barrio va a estar siempre marcado por esas historias.
Pasamos por calles pequeñas, algunas nunca antes exploradas, y nos encontramos banderillas de un balcón a otro que nos trajeron el sabor verbenero, pero también el recuerdo de un tiempo de confinamiento en el que los balcones se convirtieron en las ventanas públicas desde las que seguíamos haciendo barrio. Aquí el azar nos pidió una foto, y engalanamos la calle con nuestras banderillas para tomar esa foto de grupo que nunca puede faltar en una fiesta.
De ahí nuestro camino desembocó en la calle de la Palma, y decidimos seguirla conservando las banderillas, si bien las aceras estrechas no nos permitían caminar como grupo, al menos andamos conectadas con esta banda de color, que terminó finalmente como traje festivo en la escultura frente a la Escuela de arte la Palma, tantas veces intervenida, que aquí quedó como testigo de nuestro paso por ahí.
Acabamos aquí el paseo, pero porque nos quedaba una última sorpresa, un fin de fiesta en el patio de Condeduque, donde nos esperaba el grupo Tejoletos para ofrecernos un concierto con el que acabamos esta deriva verbenera como no podía ser de otra forma ¡bailando!
Fue un fin de fiesta estupendo, entre otras muchas cosas porque pudimos reencontrarnos con muchas de las personas con las que hemos compartido experiencias en la ciudad en este último tiempo, a todas ¡muchas gracias por caminar, bailar y festejar con nosotras!
Ha sido un año difícil, extraño y desconcertante pero cargado también de muchas alegrías e historias compartidas que nos guardamos como el mejor regalo. Por nuestra parte nos despedimos para tomar unas vacaciones que este año parecen más necesarias que nunca, pero estad atentxs porque ya estamos cocinando cosas nuevas y volveremos con fuerza después del verano, hasta entonces ¡DISFRUTAD!