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Ciudá. Un final que son muchos principios

"Pensar juntos es crear contextos donde las ideas que compartimos lleven los pensamientos de cada uno más allá de lo que cada uno podría pensar por sí mismo, solo. Esto no cancela la imprescindible soledad del pensamiento, ni la discordia o la disonancia de posiciones, incluso de sensibilidades. Todo lo contrario: las acoge y las convierte en riqueza colectiva. (...) Pero, ¿a qué dimensión apunta el juntos al pensar? Pienso, cada vez con más convicción, que se trata de poner en marcha una interlocución que al mismo tiempo sea un aprendizaje. Es decir, una interlocución que, al darse, nos transforma. (...) Un intercambio de la palabra que no es comunicativo sino existencial, y que en tanto que pone la existencia en juego, la expone a la posibilidad de ser pensada, elaborada y transformada desde ese entre que la palabra abre, su corporalidad oral y escrita, su ritmo y los significados que moviliza".

Ciudad Princesa, Marina Garcés

Cuando todo empezó en mayo, nuestra mayor inquietud era conocer a las personas que nos iban a acompañar en el camino que emprendíamos con este grupo de aprendizaje desde Tabacalera/Educa, sabíamos que ellas serían la clave de lo que sucediera en los próximos meses y nuestro objetivo era que todo el proceso estuviese abierto a lo que sucediera en el diálogo con ellxs. Por ello la pregunta ¿qué significa pensar juntxs? fue posiblemente la primera que nos hicimos al plantearnos este proyecto y es la que, a su cierre, nos devuelve la cita que nos mandaba en estos días Álvaro, uno de los integrantes de Ciudá.

La idea del aprendizaje desde los saberes del grupo como colectivo han guiado todo el proceso de Ciudá, siendo abordados de distintas maneras en el proceso y convirtiéndose en el centro de la actividad final de programa: un recorrido abierto cuyo deseo principal era compartir algunos de los aprendizajes generados durante estos meses, que fue diseñado de forma colaborativa por lxs integrantes del grupo.

De hecho Tabacalera nos marcaba una clave importante que atravesaba todo este recorrido, siendo el último eslabón del Madrid antiguo que conecta con la idea de ciudad moderna y un entorno urbano definido por el desarrollo industrial y la memoria obrera. Por su ubicación en Lavapiés Tabacalera se encuentra en los límites de lo que era la Madrid vieja, la antigua ciudad amurallada, y nos introduce en una modernidad marcada por la proliferación de espacios industriales. Unos espacios que, en el caso de Madrid, se irán ubicando en el sur debido a la baja calidad del terreno y a la implantación del ferrocarril dedicado a mercancías en la zona.

Así Tabacalera nos colocaba al límite de una de las muchas fronteras que fuimos atravesando a lo largo del camino y que nos hablan de las distintas fases de expansión de la ciudad. De esta manera, y como inicio, el cruce de la Ronda de Toledo y la entrada en el barrio de Acacias nos sumergía en la expansión de la ciudad que llega progresivamente con el siglo XIX.

BARRIO DE ACACIAS. ARGANZUELA

Descendiendo desde Tabacalera en dirección a este barrio la primera frontera se hace notar enseguida, pues cruzar al otro lado nos impone unos ritmos dislocados permanentemente por la presencia de semáforos que van fragmentando el grupo y ralentizando los ritmos.

Según vamos entrando en Acacias, llama la atención la variedad del paisaje comercial y las calles tranquilas que nos llevan hasta el pasillo verde, un lugar lleno de vida y gente disfrutando del espacio público por el que el caminar resulta muy agradable.

Nuestra primera parada es el Parque de la Peñuelas y allí se nos presenta el grupo de Ciudá que nos va a acompañar en esta exploración. Santiago, Álvaro, Agustina, María y Nuria nos proponen pensar en un tema que atraviesa la ciudad pero al que pocas veces prestamos atención: el amor. Para ello nos piden hacer una exploración individual por el parque buscando huellas o indicios que nos hablen de este sentimiento.

A la hora de compartir destacan los mensajes de amor a través de los graffitis del parque, la evocación de lugares que podrían ser usados para el amor dentro del parque y, sobre todo, una placa que nos indica que ahí está “El árbol del amor”. Mirando atentamente nos damos cuenta que si bien la placa está el árbol no, así que más bien se trata de una señal que nos habla de una ausencia.

La idea de la ausencia permite al grupo introducirnos en una percepción del espacio diferente al llamar la atención sobre lo vacío que se encuentra el parque cuando a priori es un espacio público de gran calidad. Esta observación nos permite hacernos preguntas como ¿por qué lxs vecinxs apenas usan este parque? ¿influye de alguna forma la cercanía de Madrid Río?, ¿es necesario que haya mucha gente para que sea un buen parque?

Con todas estas cuestiones en la cabeza nos desplazamos para seguir explorando el barrio en busca del amor. Lxs compañerxs nos paran un momento para decirnos que en cuanto encontremos un sitio para sentarnos cómodamente nos van a contar la historia de amor más bonita del mundo. Todxs buscamos este espacio ideal, aunque terminamos perdiéndonos en un entorno que parece público pero cuyas señalizaciones nos advierten de lo contrario y nos indican que está prohibida la estancia, no nos queda más remedio que continuar el paseo.

Nuestra siguiente parada es una calle peatonal estrecha, con aspecto descuidado y por la que no debe pasar mucha gente, por no tener no tiene ni nombre. Además en esta calle es muy fácil observar las grandes desigualdades que esconde este barrio sólo observando las fachadas de los dos bloques que quedan enfrentados a un lado y otro.

De nuevo, gracias a las observaciones de lxs compañerxs nuestra percepción de la calle cambia totalmente cuando nos señalan una pintada en el suelo en la que podemos leer “Felices 16 Albos. Te quiero”. Nos preguntamos sobre la importancia de estas intervenciones en el paisaje urbano y se nos invita a crear nuestras propias intervenciones efímeras. Así que, tiza en mano, nos disponemos a dejar mensajes para lxs vecinxs que miren por las ventanas o para quien pase por allí, mensajes que buscan generar diálogos y encuentros entre ellxs.

Otra de las propuestas de intervención en el lugar es dotar a la calle de un nombre. Lo elegimos colectivamente, decidiendo que a partir de ahora será la Calle del Huerto, para hacerlo oficial hicimos una pequeña inauguración con su colocación de placa correspondiente.

Con este cierre en Acacias nos dirigimos hacia la siguiente frontera que nos dará paso al próximo barrio a explorar. Se trata de Madrid Río, antiguamente una frontera infranqueable debido al tráfico rodado y actualmente un parque lineal que pretende unificar la ciudad. En el camino un olor nos acompaña, nos han dado pequeños trozos de jabón que empiezan a evocarnos una historia desvelada unos pasos más tarde.

BARRIO DE COMILLAS. CARABANCHEL

Lorena, Laura y Eugenia nos invitan a detenernos en la pasarela de Arganzuela para observar el paisaje y hablar sobre la memoria del río. El jabón que veníamos tocando y oliendo nos invita a rememorar un trabajo vinculado a este entorno que a menudo es olvidado, el trabajo de las lavanderas, las más precarias de las mujeres trabajadoras que fueron multiplicándose en este lugar con el paso del tiempo. Hablamos de ellas, de la importancia de su labor y de las transformaciones que ha sufrido el río hasta el día de hoy.

El río fue frontera natural de la ciudad durante mucho tiempo, pero a partir del año 1948 y del conocido como el plan del Gran Madrid, muchos territorios que se encuentran en los alrededores serán anexionados para multiplicar exponencialmente el tamaño de la ciudad. Es el caso de los barrios que hoy se encuentran al otro lado del río.

Antes de cruzar las compañeras nos piden que abr